miércoles, 15 de agosto de 2012

CARTA A MI AMIGO EL VIRUS VIH



Muchos podrán pensar que escribirte una carta es de locos y hasta puede resultar incomprensible. Sé que otros entenderán que tantas veces he pensado en ti desde que vives en mí, que por una vez puedo permitirme el lujo de dirigirme directamente a ti en segunda persona.

Podría dedicarte páginas enteras recreándome en reproches, en expresarte el miedo, la rabia y la impotencia que he sentido desde que llegaste; los diferentes estados de ánimo por los que he pasado desde que conocí tu existencia y el dolor que me has causado desde que nuestros destinos se cruzaron.

Pero hoy, en estos párrafos, y a unos meses de celebrar nuestro tercer aniversario, no tengo la menor intención de manifestarte odio ni rencor; me siento ya muy lejos de la rabia de los primeros días contigo y muy cercano a la calma. No es que me haya resignado a vivir contigo, sino que te he aceptado como una parte de mí; de la misma forma que con la madurez se aceptan las arrugas que envejecen el rostro, o el ensanche de los cuerpos que un día fueron esbeltos y ligeros.

Te confieso que con tu llegada me sentí culpable y amenazado; fuiste mi juez, mi verdugo y mi cuenta atrás. Por un tiempo me robaste la calma, el control, las ilusiones y mi tiempo. Cambiaste mi sonrisa por lágrimas, mi dicha por tristeza, y mi vida por tu muerte. Te consideré mi enemigo, y hasta pensé que conseguirías apartarme de aquellos que me ayudaron a aceptarte y a mantenerte dormido. Creí que por ti tendría que renunciar a aquello de lo que había disfrutado antes de conocerte; del placer de amar y sentirse amado, del contacto de dos cuerpos que se desean con pasión y libertad, y de las miradas cómplices de dos amantes que se hablan en silencio.

Si te dijese que aceptarte no ha supuesto adaptar mi vida a tu existencia te estaría mintiendo. Tú mejor que nadie, conoce perfectamente los nervios que siento el día antes a una extracción de sangre, o la ansiedad que aún dos años después, me generan las visitas a la farmacia del hospital o la espera en la consulta del médico antes de conocer los resultados del último análisis. Me siento sano, saludable y fuerte, y por eso aún me siento extraño en el pasillo de un hospital a la espera de que un médico me confirme que sigues dormido dentro de mí, que te tengo tan controlado que he reducido tu presencia a la mínima expresión, a lo que clínicamente llaman “indetectable”.

Y así te siento en mi interior, “dormido”. Ni siquiera leyendo esta carta que te dedico me atrevo a levantar demasiado la voz por miedo a despertarte. Espero que aunque seas inmortal, tu sueño sea eterno, porque gracias a él, rehago mi vida con total normalidad. Y para que sigas viviendo en los brazos de Morfeo, hago todos lo posible por no olvidar cada noche la dosis que para ti es tu anestesia, y para mí, mi calma y mi bienestar.

Posiblemente tienes más vida en mi mente que en mi cuerpo. En mi sangre te has convertido en algo tan insignificante que hasta mi sistema inmunológico sigue intacto y más fortalecido que nunca. Pero de mi cabeza, “querido amigo”, y por más que me empeñe, no consigo liberarte al cien por cien. Con cada pequeño problema que nada tiene que ver contigo; vuelves a aparecer, te magnificas, te creces como una sombra amenazante que me aleja de la luz, y te añades a mi lista de preocupaciones. La mente humana es así de inoportuna y caprichosa, y es en los momentos de tristeza, angustia o desolación, cuando vuelves a asomar la cabeza para recordarme que sigues ahí, que no te has ido y que no tienes la mínima intención de abandonarme.

Quizás, darte las gracias suena aún mucho más disparatados que dedicarte estos párrafos, pero es cierto que aunque llegaste a mí como esa “pesadilla antes de Navidad”, hay varias cosas que he de agradecerte.

Te doy las gracias por haberme fortalecido lejos de debilitarme. Te confieso que al principio pensé que sería una batalla perdida, que jugaba a una partida con un adversario letal. No sé cómo ni de dónde, pero finalmente reuní la fuerza, el valor y el coraje necesario con el que desafiarte. No fue fácil, y aún a veces hay instantes en los que siento que me superas, pero amo tanto la vida, lo que soy y lo que tengo, que no permitiré que el miedo me paralice para dejarte conquistar el terreno que tanto ansías.

Gracias también por enseñarme a distinguir lo vital de lo importante, a relativizar los problemas. Estoy aprendiendo a vivir sin prisas, a disfrutar de este viaje, del paisaje y del camino, de esos pequeños placeres como el atardecer en una playa o la caricia amable de una brisa de verano.

Supongo que debes sentirte cómodo y muy a gusto ahí adentro. Tanto es así que te dormiste y no has vuelto a despertar, y sólo eso te pido antes de despedirme. Haré lo posible por garantizarte el mayor descanso con el que nunca hayas soñado; un sueño plácido, largo, dulce, e imperturbable, porque no olvides “querido amigo”, que tu sueño es mi vida, y que mientras tú duermes, mis mañanas despiertan.

Dulces sueños, con cariño,
Mike
@jovenfelizvih

viernes, 10 de agosto de 2012

PALABRAS DE AFECTO PARA MIS COLEGAS PORTADORES

Pocas veces nos hemos detenido a pensar en las miles de personas que antes de nosotros fueron diagnosticados con VIH.

Cuando tener VIH era mas escandaloso que ahora, en la época que no había respuestas, en la que no había vida... que tener VIH era solamente una sentencia de muerte.


Era la época en la que muchos sufrían persecuciones, en la que las cosas de las que hoy nos quejamos, no son para nada comparables con lo que ellos pasaron.

Cuando me entere que tenia VIH, primero pensé que no debía mortificarme, total ya había avanzado mucho la medicina, y existían los antiretrovirales... el gobierno en Venezuela tiene un programa de donación de estos medicamentos o en su defecto podía comprarlos... así que no me hacia mucha mala vibra con el tema.

Pero así iban pasando los días... semanas... y la curiosidad me iba matando...

Nadie imagina lo que se vivió en los primeros años del descubrimiento del virus, ni del acoso que vivían nuestros compañeros a causa de la desinformación e ignorancia, pero lo imaginamos.

Eran épocas de buscar culpables, se creía que contagiaban solo con tocar, con respirar, se vivían épocas de persecución, épocas de guerra realmente ¡Guerra de desconsuelo!, en las épocas en las que la gente se creía libre para amar y estaba propenso a un virus totalmente agresivo que te mataba y si no que arrasaba con tu dignidad y fuerza, pero no, ellos se mantuvieron en pie y siguieron la lucha, para ellos es que dedico estas líneas.

Para los héroes de guerra., para los caídos , ¡si! , aquellos que hoy nos miran desde el cielo y que no pudieron resistir... Y nosotros o tu, que te quejas de las cosas que pasan, poniéndote mil pretextos para no afrontar lo que te pasa, piensa que antes de ti, muchos murieron hasta que se lograron la terapias antiretrovirales que hoy existen y antes no existían... terapias que probaron y estudiaron primero en ellos y que hoy tu tomas gratis también... por la pelea de muchos de ellos.


Y así en el camino he ido conociendo muchos héroes de mi país, de otros países, gente que admiro, que siguió su camino, que no se detuvo en el impacto, que peleo y lo sigue logrando.

Un abrazo fuerte a estos HÉROES... héroes de la Lucha contra el VIH/Sida.

Saludos
Mike