miércoles, 17 de julio de 2013

MI MEJOR AMIGO


Reciban un cordial saludo a todos mis lectores, la siguiente entrada del blog, es una carta recibida por un gran Amigo / Hermano, que aunque físicamente no sabemos quienes somos, sentimentalmente estamos allí recibiendo apoyo mutuamente, es un especial agradecimiento leer sus palabras y sobre todo publicarla en el blog.
Te Quiero mucho hermano
Mike
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MI MEJOR AMIGO

La amistad es una forma de unir al mundo a través de un lazo de confianza, amor, tolerancia, respeto, admiración y mucho más… La amistad te da la oportunidad de elegir seres especiales que pasan a ser parte de tu familia, más allá de sangre o semejanza parental, la amistad logra establecer hermandades  que  te acompañaran a lo largo de la vida.

Cuando niños queremos ser amigos de todos, al crecer, empezamos a ser más selectivos, elegimos iguales, aquel que tiene relación conmigo, aquel que es capaz de estar en momentos muy buenos y de mucha alegría como también  en aquellos donde un hombro es la mejor estrategia para liberar el llanto que nos consume por dentro.

En mi caso fue igual, al crecer comencé a ver personas que me hacían sentir bien al estar con ellos, que en algunos espacios me acompañaban pero en muchos faltaban (no es que la amistad sea “un toma y yo te doy” pero si en un trato reciproco), un día le conocí, no le di mucha importancia, era  un ser común y nada más, al pasar el tiempo logramos compartir historias, y cuán grande era este ser,  cuanta admiración logro robar de mí y tiempo después   lo consideré mi amigo, hoy por hoy mi hermano. 

La vida te presenta momentos a superar,  a veces muy difíciles, mas allá de un tiempo necesitan un tempo, un espacio de madurez y aceptación, y yo no fui la excepción de la regla,  a mí la vida me dio una jugada un tanto brusca e inesperada,  me enseño a sobrevivir, y en ese caminar estuvo mi mejor amigo.

Conocí su condición como seropositivo, en ningún momento esto impidió algo, al contrario, aumento mi admiración al él: esas ganas de comerse el mundo, su naturalidad, sus locuras y su estilo de vivir mucho más productiva y creativa que mi  vida, generando en mí unas  ganas de seguir su ejemplo.

Nunca lo he visto quedarse en el piso, cada vez que cae es como si lo hiciera para agarrar impulso y superarse mucho más, algo que muchos sin ninguna condición no hacemos,  no les puedo negar que en algún momento he sentido miedo de perderlo, del que virus despierte, y es cuando miro al cielo, doy gracias a Dios por tener este gran amigo, y  le escribo ¿cómo va todo con los ARV?.

Creo que para mí fue sencillo entender  y aceptar la condición de mi amigo, ya que me forme en algunos talleres sobre el VIH y el SIDA,  creo que es la mejor forma de demostrarle mi cariño, apoyando y viéndolo como el ser humano excepcional que es.

Algo si queda claro, y es que de despertar el virus (seguramente nunca pasará),  mi amigo no luchará solo, hay estaré yo para apoyarlo, para acompañarlo y darle ánimo.  No importa la forma de contraer el virus, importa es la vida que lo tiene.

Al redactar estas líneas quiero darte ánimo, quiero mostrarte que la vida continua y que quedan muchas pruebas para superar, que es permitido caerse pero obligatorio levantarse, que la vida no se trata de un virus, sino de vivir… Que tú eres digno de admiración  desde el momento en que naces, que la vida no juega a  ser titiritero, que son tus decisiones quienes dibujan tu futuro y que sobre toda cosa –TU VALES MUCHO-.

A todos aquellos que tenemos algún amigo seropositivo los invito a formarse, y luego a dar esa mano amiga, a ser por así decirlo el padrino del virus, nuestra mayor labor es ayudar al padre, es decir: al seropositivo a mantener dormido al virus, en nuestra realidad venezolana hay espacios donde el tratamiento puede fallar, la primera es la falta de ánimo, (en un tratamiento de ARV es fundamental la continuidad, seguir el horario al pie de la letra) también en nuestra realidad vemos como falla la consignación de los  fármacos, es por esto que a veces el apoyo debe ser diligente. 

Admiro, a aquellas personas que abren su corazón y deciden compartir su vida, mejor dicho, parte de ella, con personas con esta condición, el amor es una decisión que no conoce de razón, amar a un ser con VIH Positivo es totalmente posible en este momento, tomar las medidas necesarias para convivir y llevar a plenitud la relación, son parte de la muestra de amor que se pueden dar; A ustedes mi admiración, a ustedes mi cariño, luchar por lo que se ama, no será fácil pero si será posible. 

Para finalizar (faltando muchas cosas aún por decir), quiero animarlos a seguir adelante, a ti, mi amigo, mi hermano, no tengo forma de agradecerte los grandes ejemplos que cada día me das, mi apoyo para ti, acá tienes a tu hermanito,  ¡Viva la Vida!, a si me despido, con un fuerte abrazo a todos.

Atte. Tu amigo

miércoles, 19 de junio de 2013

CIELO… SOY SEROPOSITIVO.


Cielo… soy seropositivo.
(La pareja serodiscordante)
 
No puedes llamarte buena persona si discriminas a otros. Entiendo que el miedo es libre y que, como ya he comentado en otras ocasiones, a veces es muy difícil sobreponerse a los temores de uno mismo. Pero también es cierto que esos mismos temores nos pueden impedir vivir la vida que queremos. Ahora hablemos de este tema.

En eso que llamamos “occidente” la situación del VIH se asemeja bastante a la de cualquier enfermedad crónica. Mientras esté detectada  y en tratamiento, es una situación mucho más llevadera y mucho menos peligrosa que por ejemplo el Cáncer (tal como te lo digo). Como en todo, es necesario ser muy serio: tomar la medicación sistemáticamente y acudir a los controles periódicos para garantizarte una adecuada supervisión. A veces pueden aparecer algunas alteraciones y, como en todo paciente que toma un tratamiento crónico, se debe vigilar el hígado, riñón, etc. Pero más allá de ello, afortunadamente, la convivencia con el VIH no debe suponer un problema inabarcable. Igualmente, debe tenerse en cuenta que hay mucha variabilidad entre las diferentes personas seropositivas. Por ejemplo: a algunos les puede afectar a la calcificación ósea… y, a otros, no afectarles en absolutamente nada de nada.


La causa parece que es, como en otras tantas situaciones, la genética. Hay cuerpos más resistentes que otros. Hay señores de 85 años que están hechos unos toros y chicos de 20 años con graves problemas de alergia. En resumen: siempre que no haya otros factores influyendo, una persona seropositiva detectada precozmente, con un buen tratamiento y un estilo de vida razonablemente saludable puede convivir hoy día con su VIH sin mayores complicaciones.
         
Dos historias serodiscordantes.

Serodiscordante es una pareja donde uno de los miembros es seropositivo mientras que el otro es seronegativo. Recientemente leí en un estudio en el cual hay personas que eligen a sus parejas conforme a su estatus serológico (si son seropositivos o no). Es una estrategia llamada “Serosorting” y que, para muchos, tiene sus ventajas. Muchas personas seropositivas prefieren relacionarse exclusivamente con otros seropositivos porque “te ahorras explicaciones, el sexo es más relajado y se sienten más comprendido”. De la misma manera, hay personas seronegativos que prefieren no tener una relación con otro seropositivo porque “no tengo que estar pendiente del preservativo ni afrontar mi miedo a infectarme”. Personalmente considero que el serosorting es una estrategia equivocada por tres razones principales:

La Primera. Tener o no tener VIH no dice absolutamente nada de lo buena o mala persona que seas. Ni de tu inteligencia, ni de tu capacidad para convivir, ni de lo cariñoso que eres (o no), ni de tu ternura ni de tu capacidad de comprensión. Como criterio de selección de posibles parejas, es muy poco informativo. Sí, te ahorrará alguna que otra conversación y puede que algún proceso de adaptarte a una situación desconocida, pero esto (en todo caso) sólo duraría unas semanas y el amor (se supone) dura años. Para ahorrarte un trámite te vas a focalizar en los momentos iniciales de una relación cuando lo inteligente sería prestar atención a lo que hará que la relación funcione a largo plazo.

La Segunda. Sigue siendo una estrategia discriminatoria. Gente discriminando a unos por tener VIH y gente discriminando a otros por no tenerlo… ¿cómo era aquello de “hay que valorar a las personas por lo que son”? ¡Ah! (se me había olvidado) ¡que sólo se refería a cuando me discriminan a mí, no a cuando soy yo el que discrimina!

La Tercera. El día que te enamores, no te enamorarás ni del VIH ni de su ausencia. Te enamorarás de esa persona. Con todas las circunstancias de su vida.

Estadísticamente en ciudades como Barcelona, la prevalencia del VIH en personas gay es del 20%. Es decir, de cada 5 hombres que conozcas, 1 tendrá VIH. En lugares como Londres la cifra es aún mayor y probablemente, a no ser que se tomen medidas muy eficaces desde las administraciones para reducir la incidencia de nuevas infecciones, ésa será la tendencia en ciudades como la nuestra. Por esta razón, al igual que lo he comentado en ocasiones anteriores, ahora vuelvo a decirte que es muy probable que, si eres seronegativo, más tarde o más temprano por tu corazón pase algún hombre o mujer seropositivo.

Así que imaginemos que te enamoras de alguien con un seroestatus diferente al tuyo. ¿Qué te vendría bien saber? Veamos las dos posibilidades: que el seropositivo lo sea él o que lo seas tú.


El Amor de mi vida es seropositivo.

Un buen día estas tomando café o están sentado en un hermoso mirador observando la ciudad y te lo dice. O estás en su casa, preguntas ¿qué es el pote éste de pastillas? y te contesta “son antirretrovirales, cariño” (él no comparte piso, así que son suyos y tú deduces que “entonces los toma él, lo que significa que es seropositivo”) y a ti te entra una especie de pánico que no sabes muy bien cómo controlar. Igual, cuando lo conociste ya sabías que era seropositivo pero no ha sido hasta ahora que has empezado a darte cuenta de que lo miras mucho más de lo habitual y de que te mueres por que te llame, cuando empiezas a plantearte que sientes algunos miedos. Quizá te sientas intranquilo, quizá te preocupe la posibilidad de infectarte tú. Quizá sean otros tus temores, de estos supuestos podría elaborar una larga lista…

Habitualmente, los miedos que surgen ante una relación con una persona seropositivo considero que tienen que ver con tres aspectos:

a) que tú te infectes,
b) que él se deteriore o
c) sobre la clase de vida que él ha llevado.

Que tú te infectes sólo podría darse si tienen sexo anal o vaginal desprotegido por aquello de los fluidos, la sangre, etc. El resto de prácticas sexuales no se consideran prácticas de riesgo. Puedes recibir información acudiendo a alguna de las asociaciones que trabajan en pro de la defensa del VIH. En las cuales recibirás información veraz (y gratuita).

Otro asunto que debes tener en cuenta es el de su carga viral. Si tu pareja está en tratamiento con antirretrovirales y se mantiene indetectable las probabilidades de que te infectes se consideran nulas. Soy consciente de que aún existe cierta controversia sobre este punto pero cada vez contamos con más evidencias de que una persona seropositiva con carga viral indetectable es poco probable de infectar a otra persona. Esto no quiere decir que si la primera persona que te cruzas por la noche te dice que está indetectable tú te lo creas y tendrás relaciones de forma desprotegida.

Lo que te estoy diciendo es que si mantienes una relación con una persona y sabes que toma su medicación sistemáticamente y se mantiene indetectable (porque se cuida, sin más), podrás estar en la cama pensando en que lo quieres y en que lo estas pasando bien y no en obsesionarse con que si el preservativo se ha movido o no. Que se deje de usar preservativo es algo sobre lo que yo en lo particular no puedo aconsejar (ni mucho menos) pero sí puedo animarlos a que se informen, a que hablen con otras parejas serodiscordantes y a que lo consulten con su médico infectólogo. Nunca tomes una decisión desinformado pero piensa que, si te informas, puede que veas las cosas menos negras de lo que las habías visto anteriormente… o en absoluto negras.

Que él se deteriore y no quieras verlo sufrir me recuerda a la película Philadelphia… y las cosas ya han cambiado. Todo va a depender mucho de la edad del diagnóstico, de si el diagnóstico fue tardío o si fue precoz, de si existen otras patologías, o de si se ha producido afectación de órganos porque el diagnóstico fue tardío. En un buen escenario (diagnóstico precoz y tratamiento inmediato) las perspectivas son prácticamente tan buenas como las tuyas. Eso por un lado pero por otro: ¿estás enamorándote o eligiendo un caballo para comprar? Quizá sea un poco fuerte descartar a alguien porque “podría enfermar”. Aparte de que resulta ignorante porque nada te garantiza que tú, siendo seronegativo, no vayas a sufrir un infarto o que no te enfermes gravemente en un futuro.

Todos los seres humanos somos frágiles. Mañana podemos no estar aquí, y las probabilidades no siempre se cumplen y, por si no lo sabes, muchos estudios demuestran que el amor nos alarga la vida (¿lo pillas?). La mejor manera de vencer tu miedo es hablar con tu pareja, acompañarle de vez en cuando a su revisión, informarte, hablar con expertos, hablar con otras parejas serodiscordantes, existen muchas maneras. Pero nunca huyendo. El miedo nunca se vence huyendo. Muy al contrario: el miedo, cuando se enfrenta, cada vez se hace más pequeño (y más… y  más pequeño).

Por último, no seas víctima de los mitos sobre el VIH. El VIH no equivale a promiscuidad. Nadie se ha infectado por ser promiscuo (¿acaso tú, que eres seronegativo, eres un santo?) Quien está infectado, lo está por mala suerte. Todos hemos tenido etapas de promiscuidad, todos hemos tenido prácticas de riesgo al menos en alguna ocasión (tú también… y lo sabes). Algunos las tuvimos en ciudades pequeñitas con poca prevalencia y la suerte nos acompañó. Otros no tuvieron esa suerte. Algunos se infectaron en una orgía y otros (muchísimos más de lo que tú te crees) se infectaron en una relación monógama con alguien de quien “nunca hubiese imaginado que tenía VIH”. Así es la vida: llena de matices, contradicciones y situaciones inesperadas. Ni tú lo sabes todo, ni él tampoco.

La persona seropositiva tiene una infección crónica. Nada más. No le falta un pedazo de alma, ni capacidad para hacerte feliz. ¿Te gusta? ¿Lo deseas? ¿Lo pasas bien a su lado? ¿Te demuestra su afecto? ¿Les gusta hacer planes? Están enamorados, tal y como está el escenario, te aseguro que eres una persona afortunada por haber encontrado el amor. Te contaré un pequeño secreto: los seres humanos vivimos por inercia y sólo nos cuestionamos las cosas cuando nos sucede una crisis. Para muchas personas, el VIH es esa crisis que supone un antes y un después, un darse cuenta de las cosas que de verdad merecen la pena en la vida. Te llevas una persona que se ha puesto la cabeza sobre los hombros y que conoce lo que de verdad merece la pena y  lo que no. ¿Ves? Tienes suerte. Así que Disfrútalo.


Cielo… soy seropositivo.

A veces la vida nos exige esfuerzos que nos desgastan. Hablar de que uno es seropositivo y, además, hacerlo como si los demás te tuviesen que dar su aprobación, te puede quemar rápidamente. Muchas personas seropositivas que conozco prefieren no profundizar en ninguna relación antes que verse expuestos a la posibilidad de ser rechazados.

Como en el resto de cosas de la vida, no te lo juegues todo a una sola carta. No esperes a que tengan una relación más o menos avanzada para sacar la conversación del VIH. Es preferible que hables del tema con esa persona durante el café que comparten en la terraza de un bar para conocerse. Di que has estado en un taller sobre sexo seguro o comenta alguna noticia sobre el tema, utiliza cualquier excusa para iniciar el tema y sondea a través de su conversación su opinión sobre el VIH.

¿Le da pánico? ¿Está bien informado? ¿Qué opinión tiene de las personas seropositivas? ¿Tiene algún amigo seropositivo? Evalúa si es una persona que puede necesitar algo de información y nada más o si es un serofóbico de los que es mejor no toparse con ellos. Igual lo notas tenso y evasivo porque también es seropositivo y también le da nerviosos hablar del tema con una persona desconocida. Igual te dice abiertamente que también tiene una condición seropositiva o te pregunta directamente si tú lo eres. Igual te sale con que, para él, el VIH es un tema absolutamente secundario. Es imposible saber qué respuesta dará pero siempre será mejor sondear que hacerte una idea equivocada (y basada en tus temores).

A la hora de tener sexo con esa persona, ten muy claro qué es una relación de riesgo y qué no. Sé asertivo y estate seguro. Muchas personas comentan que les da pavor sentirse mal ante la posibilidad de infectar a otros y eso les retrae de tener relaciones. Si tú tienes claro que solamente mediante la penetración sin preservativo puede producirse una infección y te mantienes firme en esa seguridad (por más que el otro venga con dudas) verás que te resulta mucho más fácil entablar relaciones satisfactorias. La incertidumbre afecta mucho a la calidad de nuestras relaciones (las sexuales y las sentimentales).

Decirle que eres seropositivo debería ser algo pertinente. Tu seroestatus es algo que pertenece a tu intimidad. Pero no sólo es algo que tenga que ver con tu intimidad, es algo que define quiénes son merecedores de conocer que eres seropositivo (y quiénes no). Hay quien lo comenta sin mayor trascendencia con propios y extraños. Hay quien lo dice solamente a relaciones muy estrechas. Si sólo quieres que lo sepan tus familiares, amigos íntimos y tu pareja, entonces sólo será pertinente decirlo cuando esa persona se esté convirtiendo en alguien realmente especial en tu vida, cuando la cosa pinte seria, cuando esa persona haya mostrado interés por ti y tú tengas claro que esa persona puede ser alguien importante en tu vida.

Recuerda que no es una confesión. No estás revelando algo terrible de lo que dependerá vuestro futuro, ni un defecto tuyo… ni esa persona es juez de tu vida. Estás compartiendo con esta persona un dato que tiene que ver con una circunstancia de tu salud. Algo que se dice cuando toca y de lo que no puede acusarte de haberlo escondido hasta entonces. Si lo has sondeado previamente y has sido capaz de elegir alguien con la cabeza en su sitio, que tú le hables de tu seropositividad no debería ser un problema.

Recuerda que, a veces, todos necesitamos un mentor. Si tú no naciste seropositivo quiere decir que hubo un momento en el que fuiste seronegativo y el VIH también te produjo temor. Recuerda que, en aquellos momentos, si tu pareja te hubiese dicho que era seropositivo, aunque no hubieses salido corriendo, hubieses agradecido mucho que te tomase de la mano y te explicase con ternura los detalles que te preocupaban. Y que te hubiese dejado tiempo para detectar tus miedos y afrontarlos. Sé para tu pareja actual lo que hubieses querido para ti. En el peor de los casos, al menos te sentirás bien contigo mismo. En el mejor de los casos, habrá servido para abrir un canal de sinceridad y comunicación entre vosotros que “difícilmente” se cerrará en el futuro.

Si sale mal y te rechaza por ser seropositivo, tenlo claro: esa persona se lo pierde. No necesitas un serófobo en tu vida. A menudo les pregunto a mis conocidos: “¿serías comprensivo con una persona homófobica?” y todos me contestan “¡No!, ¡Jamás!: porque es alguien que no se ha tomado la molestia de informarse y que me critica sin conocerme siquiera”. A lo cual yo les pregunto “¿y porqué eres comprensivo con un serófobo que no se ha tomado la molestia de informarse y que te critica sin conocerte siquiera?”.
La respuesta está clara: porque tú no has superado tu propia serofobia internalizada. Porque aún hay conflictos en tu interior en torno al VIH. Se pueden trabajar, se pueden vencer, se pueden superar. Y se puede ser más feliz. Te animo a que lo intentes (si éste es tu caso).

Unos y otros, todos merecemos encontrar el amor incondicional. Que el VIH no suponga una condición ni a favor ni en contra para que seas feliz con tu pareja. Preocúpense de encontrar un rincón especial, de llenar el álbum de sus vidas de recuerdos especiales, de encontrar sus proyectos de vida común. Preocúpense de las cosas que verdaderamente importan. No dejes que un virus diminuto se convierta en una montaña inaccesible. Tú eres más listo y tienes mejor corazón que todo eso. ¿O no?, así que, afrontar lo que hay que afrontar y mucho éxito.

¡Y luego me cuentan los detalles….!

Saludos

Mike

miércoles, 29 de mayo de 2013

EL DUELO ANTE LA NOTICIA DE SER VIH POSITIVO


La reacción ante la noticia del diagnóstico depende de la personalidad de cada uno y de su biografía. Depende de si habías conocido a otros seropositivos, de si conocías sobre el tema a través de una charla de información sexual, de si no tenías ningún algún estigma discriminador, etc.… Depende de una constelación de factores interrelacionados.

El Inicio

De entrada te llevarás un susto (el shock es inevitable, hay que asumir que es normal asustarse aunque sólo sea durante un rato) pero pasado el impacto emocional inicial, todo irá reconduciéndose e irás aprendiendo a convivir con tu nueva situación. Si, por el contrario, vives tu sexualidad con vergüenza, tenías un estigma serofóbico, o tienes dificultades con tu gestión emocional, lo llevarás un poco difícil.

Un duelo (no siempre) duele.

Considero que existen dos tipos fundamentales de duelo y que, a la hora de resolverlos, es muy importante distinguir entre ambos. Existe el duelo por tragedia y el duelo por fracaso. La diferencia entre ellos radica en el origen del suceso que desencadena el duelo. Si lo que ha sucedido es algo cuyo control escapa por completo a la persona porque las causas son inevitables o inmutables, vivimos un duelo por tragedia.  Si, por el contrario, la persona tenía control sobre las causas del suceso que desencadena el duelo, lo que vivimos es un duelo por fracaso.

Ejemplos clásicos del duelo por tragedia son el fallecimiento de un ser querido o la pérdida de tus bienes por culpa de una catástrofe natural (una inundación, un terremoto). No puedes controlar los movimientos tectónicos, ni tampoco evitar la muerte de nadie, así que no tienes control sobre este tipo de suceso. Ejemplos de duelo por fracaso son los suspensos, la ruptura de la pareja, el enfado con un amigo, etc. Se supone que controlas haber estudiado más o menos, haberte aporreado en la relación, entre otras cosas.


El duelo por tragedia y el duelo por fracaso

Cada uno de estos duelos tiene funciones diferentes. El duelo por tragedia cumple el objetivo de diluir los lazos emocionales con la persona, objeto o situación perdida. Aquí, el pensamiento rumiativo y la revivencia mental de lo sucedido, tienen como objetivo disminuir la intensidad de las emociones desencadenadas. A fuerza de darle vueltas y vueltas, llegará un momento en que cada vez duela menos, menos, menos… hasta que ya no duela de manera insoportable. Cuando no hay control sobre una situación, al ser humano sólo le queda adaptarse a ella y que deje de dolerle para poder seguir adelante y mantener una vida funcional. Donde más se nota este efecto es en la irreversibilidad de la situación: al no haber cura definitiva, una vez seropositivo, no hay (de momento) vuelta atrás y todo se centra en asumir esta nueva realidad irreversible.

En cambio, en el duelo por fracaso, el pensamiento rumiativo (eso de darle vueltas y vueltas) tiene como misión que extraigas los aprendizajes de esa situación. Si ha salido mal porque la has puesto en alguna parte, mejor averiguar dónde y no volver a cometer esa equivocación. El ser humano adquiere una enormidad de aprendizajes por “ensayo y error” así que, este tipo de proceso puede ser muy enriquecedor si se sabe resolver adecuadamente.

La particularidad del duelo por el VIH es que contiene elementos de ambos tipos de duelos. Ante una infección por VIH hay una parte la situación que permanece fuera de tu control: no puedes controlar la prevalencia ni la incidencia del VIH en tu ciudad, no puede controlar si el chico o chica con el / la que te acuestas está indetectable o con la carga viral altísima, no puedes controlar que (¡a veces ocurre!) confíes en la monogamia de tu pareja y que te infectes porque tu pareja se ha infectado mientras te era infiel con otra persona, no puedes controlar todo en esta vida.

A veces pasan cosas que no controlamos y, cuando pasan, nos desencadenan un proceso de duelo por tragedia. Del mismo modo, hay una parte de duelo por fracaso: “no usé el preservativo constantemente en todas mis relaciones” o “evalué mal y no pensé que esa persona tenía carga viral (y alta)” o “aquella tercera copa de alcohol me sentó mal y perdí el control durante una hora”.El etcétera, ya lo sabemos, es larguísimo, añadiré que en lo relativo al componente de duelo por tragedia, ante la infección por VIH es necesario trabajar el proceso de pérdidas (cuando se cambia de etapa siempre hay algo que permanece, algo que aparece y algo que desaparece, así como las emociones que se desatan ante el diagnóstico. En lo referente a la parte de duelo por fracaso, se trata de adquirir nuevos aprendizajes que nos hagan aptos para nuestra nueva situación.

Eso sí: lo primero que debes saber es que todo hay que contextualizarlo. Comparado con otros seres humanos, no has hecho nada especialmente torpe y te lo explicaré con otro ejemplo. Todos los heterosexuales se han emborrachado en alguna ocasión y, al día siguiente, han despertado en la cama de un/a desconocido/a después de haber tenido sexo sin protección. Ellos difícilmente se habrán infectado de VIH (quizá se han embarazado, eso sí). Si eso le sucede a un homosexual, la probabilidad de que se infecte de VIH es muchísimo más alta debido a que, en nuestra comunidad, con nuestras prevalecías e incidencias tan altas, es muy fácil infectarse. No eres ni más torpe, ni más listo, que cualquier otro ser humano. No esta de mas decir que el VIH no tiene ningún tipo de discriminación sexual, esto son solos supuestos hipotéticos.

Reacciones

Un duelo suele atravesar diferentes etapas. A veces estas etapas se fingen, a veces hay etapas que no se producen, a veces se salta de una a otra y, a veces, no se desencadena ningún tipo de duelo.

La primera reacción tras el impacto inicial es la de negación. A menudo imaginamos que una persona en esta situación se pasa el día diciendo “no lo acepto, no lo asumo” o “¿VIH? ¡Yo no tengo VIH!”. Pero por negación también entendemos seguir viviendo como si no hubiese pasado absolutamente nada y, de hecho, esta es una reacción bastante habitual… y lógica.

Tener VIH no significa absolutamente nada a no ser que lo tuyo sea un diagnóstico tardío. Pero, entre que una persona se infecta y que aparecen los primeros problemas de salud, pueden llegar a pasar entre ocho y diez años. Si te diagnostican en los momentos iniciales de la infección, quiere decir que pasarán años en los que el VIH no te afectará en nada incluso sin necesidad de medicarte. El hecho de no presentar “señales” hace que el duelo no se desencadene hasta pasado mucho tiempo. Habitualmente la parte más dolorosa del duelo no sucede hasta que el paciente no inicia el tratamiento porque, hasta ese momento, nada en su vida “señalaba” que tenía el VIH y podía permanecer en esta etapa de negación, de dulce ignorancia, de “inocencia”.

A la negación suele seguirle la rabia: “¿porqué me ha pasado esto a mí?”, “¡ese cabrón me tenía que haber avisado!”, “¡no te puedes fiar de nadie!” o “¡soy un auténtico entupido, quién me manda tener relaciones sexuales sin preservativo!”. Hay quienes, incluso, desarrollan toda una teoría conspiranoica sobre las perversas intenciones de la industria farmacéutica tratando de crear culpables. Al fin y al cabo se trata de una reacción de rabia que es normal, que es humana y que se debe permitir sin prestarle demasiada atención.

Ante una crisis, nuestro cuerpo fabrica adrenalina y nosotros traducimos la adrenalina en emociones como la rabia. Es una reacción de defensa ante una amenaza. No es patológica, así que, permítetela. Cuando dejes de percibir el VIH como una amenaza, te tranquilizarás y se te pasará la molestia. Éste es el momento de trabajar tu percepción de amenaza, los temores que te suscita el VIH, los miedos que te están apareciendo. Es el momento de expresarlos, afrontarlos, entenderlos y solucionarlos. Te darás cuenta de que, una vez expresados y afrontados, los temores empequeñecen.

La siguiente reacción normal es la depresión. Especialmente se da por la parte de duelo por tragedia que toca y tiene un componente de indefensión. De repente te das de golpes contra tu vulnerabilidad, con que no eres más que una hoja que mueve el viento y no el hombre indestructible que creías ser. Eso asusta… y mucho. Sin embargo, ésta es la realidad de la vida: somos frágiles. Y podemos infectarnos, podemos tener un accidente, podemos perder a un ser querido.

 Quizá el diagnóstico de VIH sea la primera noticia que tienes de tu vulnerabilidad pero siempre ha estado ahí. Y es eso, no el VIH en realidad, lo que te hace sentir tan asustado. ¿Nunca has pensado que si el VIH no te hiciera vulnerable no le temerías tanto?. Sin embargo, fíjate por dónde, asumir que uno es vulnerable y que, por supuesto, nos puede sobrevenir una enfermedad como a cualquier otro, nos ancla en el disfrute del momento presente. Te cambian los chips y te das cuenta de cuáles son las cosas verdaderamente importantes de la vida.

A pesar de ello, ésta es la peor etapa, porque en ella sueles darte cuenta de cuántas mochilas llevabas colgando: que no asumes con orgullo tus preferencias sexuales, que te avergüenza hablar de tus prácticas sexuales, que no confiabas realmente en encontrar a una persona que te amase de corazón, que habías puesto toda tu energía en construir un cuerpazo con el que impresionar a los demás porque en el fondo siempre te has sentido inferior y te preocupa muchísimo deteriorarte físicamente.

Esta es la etapa en la que todas tus decepciones salen a flote. Lo que más duele es darte cuenta de que tu VIH ha destapado tu alcantarilla y todo aquello que quisiste arrojar allí, está reclamando que bajes a ponerle solución. Y eso sí que asusta. Cuando quieras podemos ponernos manos a la obra. Hay una ley en psicología que dice “todo lo que se aprende puede desaprenderse”. Si la vida te ha enseñado a sentirte mal, puedes “desaprenderlo” y aprender a sentirte optimista, ¿te animas?.
           
Muchas personas infectadas por este virus han pasado una fase de negociación. No se da en todos los duelos pero en los duelos por VIH es bastante frecuente. La negociación consiste en hacer cosas para que la vida (o dios, o el cosmos o el karma) te corresponda con algo. Un ejemplo tradicional serían las promesas a cambio de curarse. Por curioso que te parezca todos tenemos nuestras supersticiones, nuestras creencias que no se sustentan en una evidencia empírica firme y definitiva (pero que dan salsa a nuestras vidas).

En los casos de infección por VIH muchos de mis conocidos me cuentan cosas como “he empezado una dieta rica en antioxidantes y carotenos porque eso fomenta la producción de una glucoproteína que combinada con…”o“, voy a empezar a hacer meditación porque si equilibro mis chakras conseguiré mantener mis defensas en…”o“, ya no vuelvo a salir de fiesta, ahora tengo que cuidar mi hígado y no volveré a probar el alcohol.

Al final, ni te puedes pasar la vida comiendo un kilo de zanahorias al día, ni te vas a dedicar a meditar cuando lo que te gusta es dar brincos en la discoteca. Eso sin mencionar que, desde luego, la vida es más triste sin compartir,  al menos de vez en cuando, una copita con los amigos.

Todo esto se equilibra cuando llegas a la fase de resolución donde ya has superado la herida emocional y extraído los aprendizajes de la experiencia vivida. Terminas dándote cuenta de que sí: tienes que hacerte una serie de exámenes de sangre, cada 6 meses y tienes que tomar un tratamiento, pero, siendo honestos, tu vida no ha cambiado tanto y las cosas ya no son como hace treinta años. Has adquirido los hábitos, herramientas, conocimientos y habilidades que necesitabas para “hacerte apto” y las cosas toman otro color.

           
Que no se te olvide…

Nadie nace sabiendo. Los seres humanos tenemos tantas cosas que aprender para desenvolvernos en unos mundos tan complejos como los nuestros,  que en muchas ocasiones, no nos queda más alternativa que lanzarnos a la piscina e intentar vivir unas circunstancias (para las que nadie nos preparó) de la mejor manera que se nos ocurra. Eso supone equivocarnos muchas veces en el camino porque es la única forma que nos queda para poder aprender a vivir una vida para la que no existe manual de instrucciones. No te sientas desamparado. En la convivencia con el VIH la historia tiene ya treinta años y otros pueden ayudarte a adaptarte. Supera tus miedos y trata aprender a sobreponerte. Al menos inténtalo. Como dicen los héroes: “mejor fracasado que cobarde”.

Saludos cordiales,
Mike

lunes, 13 de mayo de 2013

LA NOTICIA DE QUE ERES SEROPOSITIVO


 En esta vida hay cosas que es mejor que no sucedan., hasta aquí estamos de acuerdo, no tendría sentido tanta campaña de prevención del VIH si fuese exactamente lo mismo tenerlo que no tenerlo. Pero una vez que sucede, una vez que se produce la infección, también es cierto que hay dos formas de llevarlo, puedes llevarlo mal, hundirte y permitir que todo el peso del estigma te robe tu vida, o puedes llevarlo muy bien, como se llevan otras tantas cosas que a veces suceden y plantearte el reto de que apenas afecte a tus proyectos. No sólo es posible sino que se puede aprender a conseguirlo.

La noticia de que eres seropositivo no debería significar más que el hecho de tener que aprender una serie cosas. Tendrás que adquirir algunos conocimientos, estrategias, hábitos y habilidades exactamente igual que si te mudases a vivir a Estados Unidos. En ese caso también tendrías que adquirir conocimientos (idiomas, cómo se organiza la red de metro), estrategias (aprender cómo se hacen amistades en este contexto social concreto), hábitos (levantarte y acostarte dos horas antes de lo que lo hacías en Venezuela) y habilidades (¿cómo se cocina sin aceite de oliva?). Todo cambio en la vida supone esto.

A veces los cambios nos entusiasman y aprendemos una barbaridad de cosas sin esfuerzo (como cuando nos mudamos a Estados Unidos) pero a veces, los cambios nos vienen impuestos y no nos hace ni puta gracia tener que ponernos a aprender nada.

Debo decirlo con claridad: si quieres, puedes ver el VIH desde el “Pobrecito”, desde el estigma, desde el miedo y desde la disfuncionalidad, en mi opinión es necesario plantearnos el reto de aprender a hacer las cosas de tal manera que tener VIH no sea un obstáculo en tu vida y poder seguir viviendo como siempre quisiste hacerlo. O, al menos, intentarlo.

Muchas personas preguntan:

“¿Me voy a morir?”, “¿me voy a deteriorar?”, “¿soy una bomba infecciosa?”, “¿debo avisar a mis amantes antes de tener sexo con ellos?”.Yo me sorprendo de que, aún, éstas sean las preocupaciones que primero asaltan a un hombre seropositivo recién diagnosticado. La respuesta para todas es “NO”: No te morirás por culpa del VIH, no te vas a deteriorar, no eres ninguna bomba y no eres el responsable de la salud sexual de los demás, sino solamente de la tuya propia.

En estos momentos, los tratamientos con antirretrovirales son capaces de mantener tu VIH indetectable de manera que la afectación a tu cuerpo será mínima. Personalmente opino que es mejor iniciar el tratamiento tan pronto uno se ha diagnosticado al margen de cómo se tengan las defensas (el recuento de CD4).


Tendrás que aprender qué son los CD4, qué es la carga viral, el “logaritmo” y las diferentes familias de antiretrovirales. Tendrás que aprender qué niveles de defensas son buenos, aceptables, preocupantes o malos. Aprenderás sobre los hábitos de salud más aconsejables: dieta equilibrada, ejercicio moderado y no ingerir demasiados tóxicos (vamos, como todo el mundo). Aprenderás sobre cómo mantener unos buenos niveles de calcificación, de equilibrio lipídico, de función renal y hepática. 

 Adquirirás el hábito de chequearte periódicamente, de cuidarte, de estar vacunado; Aprenderás estrategias para reconocer a los serófobos y a la “gente tóxica” que no convienen como amistades; Adquirirás la habilidad de dialogar con tu cuerpo. Ya todo ello se convertirá en otra rutina más de tu vida cotidiana. Aparte de esto, no mucho más.

Una de las cosas que siempre recomiendo es “sigue haciendo tu vida de siempre”. El momento del diagnóstico es lo suficientemente estresante como para que encima le añadas la tensión de dejar de fumar, o de beber, o de drogarte. Está clarísimo que cuantos menos tóxicos ingieras, mejor para ti pero también está clarísimo que cuanto menos ansiedad añadas a tu situación, más llevadera será y antes la resolverás. Ya habrá tiempo de abandonar estas cosas cuando el adaptarte a convivir con el VIH ya no sea tu prioridad.

Sobre si decirlo o no decirlo...pues, sinceramente, la respuesta depende de la motivación que te impulse a comunicarlo a quienes te rodean. Si te sientes obligado a decir que eres VIH+ “para que tengan cuidado conmigo”, quizá será mejor que lo comentes con un psicólogo y juntos trabajen sobre tu autoestima.

Seamos francos: considerarse a uno mismo “un peligro para los demás” nos está diciendo que algo no funciona bien en nuestro autoconcepto. Si, por el contrario, deseas compartirlo con los demás porque necesitas el apoyo de las personas que te quieren, la cosa cambia mucho.

Emplea siempre el “criterio de la comodidad” y comunícalo sólo a aquellas personas con quienes te sientas cómodo, sólo en las situaciones en las que te sientas cómodo y sólo en los momentos en los cuales te sientas cómodo. Piensa que, naturalmente, a quien se lo comuniques le surgirán todas las mismas preguntas que te estás haciendo tú por lo que resulta más cómodo, para uno mismo, sentirse capaz de responderlas con seguridad antes de hablar con nadie.

No olvides que el VIH no tiene porqué ser más limitante de lo que tú le quieras permitir. Cambian algunas cosas: no puedes donar sangre ni órganos, y puedes tener algunos problemas para entrar en Irak, Jordania o Rusia. Pero también es cierto que si adquieres los conocimientos, estrategias, habilidades y hábitos adecuados, no tiene porqué suponerte una barrera infranqueable para que continúes desarrollando tus proyectos.

Hoy por hoy, ser VIH+ es tener una infección crónica o como le llamo yo “Una nueva condición de vida” y nada más. Debes ser asertivo y no permitas que nadie te convenza de lo contrario. La noticia siempre impacta pero una cosa es el sobresalto que a uno le produce un diagnóstico y, otra muy distinta, es empezar a verse como un enfermo. ESO SÍ QUE NO!!!

Saludos cordiales,
Mike